– Para las mujeres son: el espacio físico, la posibilidad de adaptar y respetar horarios y las relaciones interpersonales

– Para los hombres son: el feedback que le entreguen, el estilo de liderazgo (más empoderador) y la capacidad que tenga el líder para resolver problemas que el trabajador no puede resolver por sí mismo.

Considerar estas diferencias es fundamental al momento de generar programas de este tipo en las compañías.

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Si quieres saber más sobre los otros actores involucrados en este conversatorio, te invitamos a revisarlos:

Fundación ChileMujeres
PwC Chile
El Pulso La Tercera